Dos jóvenes colombianos viajan a México con un perro ajeno. No saben si hacen parte de algún plan retorcido para transportar cocaína. Aun así, asumen el riesgo porque el viaje resulta indispensable para terminar una película, un proyecto de dudosa calidad que seguramente no estará a la altura de sus expectativas pero que están dispuestos a llevar hasta el final. En últimas, más a allá del celuloide, están buscando el sentido de sus propias vidas: unos roles que pueden ser más cortos de lo que se espera, tal cual se los enseñó el humor negro del destino.